jueves, 4 de marzo de 2010

Mi infancia son recuerdos de un 4 de marzo...


Mi infancia son recuerdos de un lunes 4 de marzo. Creánme que lo he intentado. Me he devanado los sesos en mi afán por rememorar una instantánea anterior, algún atisbo de mi existencia antes de ese día, pero tras desempolvar cada rinconcito de mi memoria, rastrear cada huequecito de mi disco duro, insistir concienzudamente en mi empeño, me ha sido imposible no unir mi uso de razón con aquella mañana...

...Apaguen las luces, que las imágenes de mi vida ya lucen nerviosas en la pantalla. No recuerdo si la semana comenzó lluviosa, como el tiempo que nos asola desde hace tres meses, (¿Recuerdan que en Sevilla a veces lucía el sol?)o si una temprana primavera ya se había instalado en nuestras vidas. Tampoco podría asegurar que ropa vestía aquella jornada, aunque a muchos se les escape una media sonrisilla ante tal aparente comentario banal. En este ejercicio de memoria, en cambio, los recuerdos me remiten a cientos de colores y múltiples aromas, muchedumbre y albedrío pertenecientes a un mercadillo que recorría casi a ciegas. No sé cómo fui a parar allí, tampoco conozco la secuencia anterior, ni la que fue rodada 24 horas antes. La película de mi vida, que anda instalada en mi memoria desde hace 25 años, se inicia en aquel mercadillo de pueblo, en el que me adentraba guiada por la segura mano de mi abuela y donde encontré uno de mis mayores tesoros.

Era recién nacida y permanecía paciente en su cunita, a la espera de ser mecida. Me emocioné al verla. Debía estar pasando frío en ese ambiente tan gélido y desarropado. Me acerqué con cautela para observarla más de cerca, nadie le prestaba atención y era tan pequeña... No lo pude soportar por más tiempo y me apresuré en reclamar la atención de mi acompañante... Minutos más tarde, esa muñequita endeble de puesto barato de mercadillo, que no he vuelto a encontrar en ninguno de mis episodios más remotos, se convirtió en mi mejor compañía.

Aquella muñequita con sonrisa desdibujada fue, sin duda, una gran conquista. Todo un tesoro. Y no sólo porque ella formase parte de las primeras líneas de mi memoria ni, evidentemente, por su costosa valía, sino porque la llevaba sujeta en mi mano cuando sólo unas horas más tarde o quizás algunos días, no puedo precisarlo, conocí el verdadero motivo de que mi contador mental se pusiera en marcha aquel 4 de marzo del que hoy se cumplen 25 años.

Mi madre descendía por aquella escalera infinita, con su camisa blanca, su pelo oscuro. Yo esperaba paciente con el abuelo y con mi muñequita. Estaba ansiosa por enseñarle a mamá mi reciente conquista, que me palpitaba en la mano queriendo ser revelada pero, entonces, ese sol radiante que comienza a anunciar la llegada de la primavera, la frescura de la mañana, el aroma de la hierba recién cortada... se desprendió de golpe de aquel bultito que llevaba entre sus manos. No podría olvidar jamás sus palabras: "Ella es tu hermana", al tiempo que descubría aquella toquilla de forma cuidadosa, como sólo saben hacer las madres, con mucho mimo, delicadamente. A partir de aquel momento, no sé que ocurrió con aquella muñequita endeble del mercadillo que llevaba aferrada a mi mano. Aquel juguete que impacientemente quise mostrar a mamá, porque mi verdadero tesoro, en ese momento, se encontraba acunado en sus brazos.

Esa es la historia de cómo conocí a mi hermana aquella mañana de marzo. Vivir el primer acontecimiento más importante de mi vida me ha marcado sobremanera porque, como podrán comprobar, no recuerdo ninguna imagen anterior de mi existencia sin que no estuviera ella. La historia de mi vida se ha escrito con ella aferrada en mi mano, al igual que sostuve a esa muñequita la mañana en la que nos conocimos.

Hoy cumple 25 años y no la veré envuelta en ninguna toquilla, ni mi madre la llevará en sus brazos al descender una escalera. Y aunque las vicisitudes del destino y la ley que rige la vida nos haya alejado en los últimos meses, siempre estará aferrada a mi mano como decidí sin dudas en el mismo instante en el que nos conocimos, porque no entiendo mi vida sin su presencia.

Felicidades.

6 comentarios:

  1. he llorado en la oficinaaaaaaaa!!!el mejor regaloooo!!gracias tata!!!

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  2. ¿Qué has llorado? Yo estoy fingiendo un ataque de tos delante del ordenador...

    ¡Felicidades a las dos!

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  3. jajaja somos unas mariconaaas!!! muuuaaaaaaaa

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  4. Joderrrrr, es de lo mas bonito que he leido en mucho tiempo... precioso, entrañable, no se que mas decir.
    Felicidades Ana y felicitaros a las dos por teneros la una a la otra.

    PD: que talento hija...publica algo ya.

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  5. Menos mal que estoy sola, "mis niños"! no hubieran entendido mis lagrimas.!precioso! me haces añorar aun mas la hermana que nunca tuve.!Felicidades a las dos!.
    marga

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