miércoles, 24 de marzo de 2010

Primavera, verano, otoño, invierno... primavera


Apenas tengo tiempo de abandonarme en este mar de palabras, en este baño de soledad, en esta confesión de sentimientos. El examen del próximo sábado, el primer simulacro con visos de realidad que aparece en mi camino, me tiene absorvido el seso y me faltan horas en el reloj, páginas en el calendario para abarcar lo que ya he abarcado y rememorar lo que alguna vez fue cincelado en mi memoria.

No obstante, aprovechando las primeras horas de la mañana, el alba, y esa luz tan intensa con la que nos da los "Buenos días" la primavera, me gustaría ofrecer apenas unas pinceladas del fantástico viaje a la nueva estación que pude realizar el pasado fin de semana. Haciendo acopio de aquel viejo aforismo ("Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma") hemos decidido traer la primavera a casa. El intenso trabajo que me asola desde los últimos meses me impide pasear y disfrutar de las ya agradables tardes mucho más de lo que me gustaría. Nunca como este año he percibido el olor a azahar con tanto entusiasmo. Nunca mis sentidos habían notado tan a flor de piel la llegada de la primavera. Nunca tuve tanto cuando pude disfrutar de tan poco. Nunca.

Jamás me interesó la flora, jamás. Una es de fauna, con tanta intensidad, que el otro nivel que aporta equilibrio se quedó apenas sin recursos en mi persona. En cambio, la visita al vivero que realizamos el pasado sábado ha marcado un antes y un después en el trascurrir de mis días. De repente, siento la necesidad de mimar mis adquisiciones, de verlas crecer y disfrutar observando como florecen y despliegan sus nuevas hojas. Mi terraza se ha llenado de color, aparece poblada, se ha convertido en un motivo más para abrir la ventana de par en par cada jornada.

Cuento las horas para que el azahar que comienza a aflorar en el naranjo dulce que desde el sábado forma parte de la familia se despliegue con todo su esplendor. Así, sabré que la pimavera ha llegado a mi vida, a mi cueva, a mi rincón. Y lo observó con interés mientras esculpo estas letras, escucho en silencio el sonido de las aves y noto que Menéndez Pidal me llama desde la lejanía para explicarme la importancia del Romancero... Pero ha llegado la primavera.









4 comentarios:

  1. Eso solo ha sido el principio... Hay que convertir aquello en un reducto del Amazonas a orillas del Guadalquivir. Habrá que salir a tender machete en mano.

    Sé que lo estás esperando... Es indispensable encontrar un "mondarino", ¿no? Camilo.

    Por cierto, esas aves que escuchas son golondrinas y vencejos. Ellas son las encargadas de traer el buen tiempo desde su exilio invernal en África. Ya están en casa. Efectivamente, la primavera ha llegado.

    PD: ¿Quién es ese Menéndez Pidal que te llama cuando yo no estoy?

    Un beso.

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  2. Bonito jardin! Me he acordado de cuando eramos chicos mi hermano y yo, en la fabrica teniamos un limonero y un naranjo!
    Un besito! =D

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  3. Sí Camilo, has dao en el clavo, es justo lo que quería. Tú sabes que mi mente desconecta en cuanto hablas de aves, ¿ves? ya no recuerdo lo que me estabas diciendo. Menéndez Pidal es uno de esos que me visita cuando no estás en casa. Besitos

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  4. Ayer vi como florece tu "primavera", estan preciosas las plantas. Es algo muy bonito y gratificantes cuidarlas. !disfrutalas!

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