sábado, 12 de junio de 2010

Tierra a la vista


Dos semanas. Doce días más uno ¿Se han parado a pensar que nuestra vida está repleta de parámetros numéricos? Palpo mis temas manidos mientras pienso en los restantes, los que permanecen observando desde el estante, impasibles, mudos, olvidados, aletargados, desplazados, ausentes. Setenta y dos temas, nueve meses. Inspiro. Cinco opciones, variables, posibilidades. Vuelvo a girar la manivela de mi improvisado tubo de ensayo. Los números bailan. He tenido más suerte en esta tirada. La anterior me dejó descontenta. Espiro.

Un código númerico que ya lleva mi nombre. Un número de tribunal que aún se erige en incógnita. Las cinco características del apartado tres del tema que estudio. Las seis tendencias del género literario con más fuerza perlocutiva de ese siglo, determinado por los números romanos. Inspiro. Pienso en las horas previas, en el número de minutos que llevará el sorteo, mientras mi corazón palpita a la velocidad del rayo. Imagino las dos horas. El todo. La nada. Espiro.

Todos son cábalas, hipótesis, conjeturas que no llevan a nada. Mil posibilidades imaginadas, todas pensadas, ninguna digerida. Mis manos siguen dirigiendo el timón mientras, desde el punto de vigía, alguien ya ha gritado: "Tierra a la vista".

2 comentarios:

  1. Un grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas cayeron en un pozo profundo. Pronto todas se reunieron alrededor del agujero y, cuando vieron lo hondo que era, les dijeron a las dos ranitas caídas que superar aquel escollo era imposible y que lamentablemente debían darse por muertas. Sin embargo, ellas, en su desesperación, trataban de salir del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras, desde fuera, les insitían en que sus esfuerzos eran inútiles: “¡Qué pena! No lo vais a lograr, no van a poder…”. Finalmente, una de las ranas atendió a lo que las demás decían, se dio por vencida y se abandonó a su suerte.

    La otra, sin embargo, continuó perseverando en su esfuerzo y saltando con tanta fuerza como le era posible. La multitud le gritaba que era inútil: ”¡qué pena, déjalo ya, no lo vas a lograr, no lo vas a conseguir…!”. Pero la rana seguía saltando, cada vez con más ganas, hasta que finalmente, de manera increible, concentró todas sus fuerzas y de un gran salto salió del hoyo.

    Todas quedaron asombradas y no dejaban de preguntar cómo lo había logrado: “¿No escuchabas lo que te decíamos?” Ante la falta de respuesta por parte de la ranita, comprendieron que era sorda. Ella al ver a sus compañeras reunidas alrededor del pozo gesticulando, articulando palabras que no podía escuchar y agitando los brazos, creyó que la estaban animando a esforzarse más y más para salir y efectivamente lo logró.

    Sé sorda cuando alguien te dice que tú no puedes realizar tus sueños… ¡Ánimo, tú puedes!

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  2. Sabes que las historias de animales me dan mucha penita, aunque sea ficción. He tomado la moraleja pero, en este caso, las ranas que gritan no son ajenas a mí, también están en mi cabeza. "Nothing is impossible", pero es difícil mantener la moral al cien por cien durante diez meses seguidos (con todos sus días y sus horas). A veces me pregunto si todo esto merecerá la pena. Al fin y al cabo, estoy perdiendo días de mi vida, energía y hasta piel.

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