miércoles, 9 de junio de 2010

Cae la lluvia sobre junio


Cae la lluvia sobre junio
El espíritu de la mujer que ama
corre en tu cuerpo…
se desnuda en las calles

La vida en los rincones
sostiene el equilibrio del mundo
con un algo de Dios que asciende de las ruinas

Los hijos del hombre hacen su universo
sobre un barco de papel que se destroza
pero la alegría no está precisamente allí
sino en la proyección de otro universo

Nada debe detenerse
volverá septiembre y después abril
y los amigos que no acudieron esta primavera
estarán con nosotros en un invierno previsible

Amo este tiempo
donde los perros son sagrados
y los insectos titubean en los vidrios

Te amo a ti por efímera por susceptible al frío

La ciudad se ilumina para nuevas proezas

(Homero Aridjis)

Hoy he tenido la sensación de levantarme en otra época. El cansancio acumulado me ha hecho navegar por sueños profundos que te atrapan con ahínco sin permitir que puedas retornar a flote. Me ha costado separar los párpados y, cuando lo he hecho, he pugnado por discernir la realidad. Y esta realidad era la lluvia más allá de mi ventana. Una lluvia que me ha hecho rememorar ese largo invierno que ya recordaba con la misma duración que un suspiro. Las mañanas de dedicación, las tardes cortas pero intensas.

Un año más, junio vuelve a sorprendernos. Ahora, observa nuestra cara de atónitos mientras se desternilla desde su cubículo. ¿Una tregua en el centro de la batalla? ¿Un remanso de paz? ¿un castigo? Junio vuelve a ser junio y yo lo contemplo desde mi ventana, recordando que hace sólo un año, tal día como hoy, junio me abrasaba por las calles de Atenas. Oh!, ciudad helena.

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