martes, 15 de junio de 2010

Vuela, mente, vuela


Llevo tanto tiempo invertido en un sólo propósito que he perdido la noción. No sé si sueño cuando estoy despierta o vivo realmente en esas imágenes que me depara la somnolencia. Tengo que exprimir la memoria para lograr separar un día de otro, puesto que vivo sumergida en un férreo horario, casi militar, que me tiene exhausta. Y lo que es peor, mi mente se autocastiga cuando no dedica su existencia a memorizar fechas, obras, teorías, autores y un sin fin de datos que navegan con o sin rumbo por mi cabeza.

Volar. Ahora quiero volar. Ése es mi próximo sueño. Volar en el espacio, en el tiempo o más allá de mi misma. Marcharme de este mundo circundante. Poner tierra de por medio. Desaparecer de mí misma. No ser yo. Ser otra persona. Imaginar una nueva identidad, otra nacionalidad, un objetivo distinto en la vida.

Ya no sé ni lo que quiero porque la mente no me permite dislucir la realidad de la ficción. A veces, despido el día más relajada, como si me hubiese permitido pasar la tarde paseando por rincones que admito, simplemente, porque mi mente así lo ha inventado. Y, sin embargo, tampoco ese día me he movido de casa. Cuándo empezó todo esto, en qué momento acabará. Cuándo comencé a ser yo misma o dónde dejé de ser yo.

Vuela, mente, vuela a lugares soñados. A paraísos imaginados. Sal de esta casa porque, de lo contrario, te volverás tan loca como ya lo estoy yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario