martes, 16 de marzo de 2010

El esfuerzo acumulado


La fecha se va acercando, se aproxima de forma vertiginosa y yo ya no sé si voy por buen camino o aún me queda senda por recorrer. Los temas se amontonan, los autores que un día fueron desconocidos hoy ya se han convertido en críticos de cabecera, pululan las ideas, las teorías, las mil y una clasificaciones de estudiosos que invirtieron años en escribir y que sólo me permiten semanas para poder memorizar. Comienzan las cábalas, los atajos, los trucos que uno va aprendiendo y adquiriendo en este arduo camino, pedregoso, enfangado, que ya comienzo a recorrer descalza y con el pantalón arremangado.

Los meses de soledad, ahínco, perseverancia y constancia ya comienzan a pasar factura tanto mental como psicológicamente. Las sempiternas ojeras se han convertido en una seña de identidad, ha proliferado la caída del cabello, el acné que llaman juvenil, el cansancio en las facciones... Como dirían los catalanes: "Hago mala cara". La imagen que devuelve el espejo dicta en demasía de la que adquirí hace doce meses, cuando otra fecha señalada en el calendario apremiaba el culto a la belleza en forma de tratamientos faciales, corporales, cuidados del cabello y todos esos episodios que hoy guardo en el baúl de los recuerdos como si nunca hubieran existido, cubiertos de una capa de polvo.

La pragmática se instala en tu vida y llegas a identificar corrientes medievales, elementos lingüísticos para expresar la aserción, textos expositivos inductivos, oraciones subordinadas, pensamientos petraquistas... en cada rincón de tu trascurrir diario. Un programa de televisión aborda la obra de Moratín cuando acabas de dejarlo yaciente en tu mesa de estudio. Aparece en una excavación una cápsula del tiempo con un ejemplar de El Quijote días después de adentrarte en sus tres salidas, como un escudero más, emulando a Sancho Panza.

La vida es puro teatro y yo ya no sé si he instalado la literatura en mi vida o vivo en un mundo de ficción. En la soledad del estudio, uno se cuestiona sobre sus métodos, su proceder, con la inexistencia de cualquier vara de medir. ¿Estaré en el camino correcto?, ¿serán los pasos adecuados? Y lo que más cuesta digerir, ¿encontraré la recompensa a estos diez meses de clausura, estudio y esfuerzo?

Hay días en los que el trascurrir de la senda se convierte en carrera continua a buen ritmo, inspirando y espirando. Otros, donde se necesita un férreo báculo y toda el esfuerzo del mundo, casi doloroso, para poder avanzar un sólo paso. ¿Dónde estará mi meta? Me pregunto mientras retomo el resumen del tema 20 y me centro en la expresión del deseo. "Desearía..." tantas cosas.

3 comentarios:

  1. Sé que no da paso en falso. Así que el camino que iniciaste hace unos meses tendrá su recompensa en junio.
    Ánimo, tú puedes.

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  2. Muchas gracias, se agradecen los apoyos. Unos días cansan más que otros.

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  3. Por supuesto que hayaras tu recompensa, el año que viene cuando te encuentres delante de una clase de adolescentes enseñandoles literatura ;)
    Mucho ánimo ya queda poco!

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