martes, 23 de febrero de 2010

Pequeñito, como el buen perfume


Muy pocos rincones en el mundo me permiten sentir lo que experimento cuando cruzo el umbral del "Bar Alfalfa". Escasos escenarios conocidos en mi vida me han posibilitado que se pare el tiempo y éste, sin duda, es uno de ellos. Pequeño, diminuto, reducido... ese espacio justo que obliga a dar la vuelta a aquel desconocido que acaba de entrar y que, por suerte para los iniciados, permite que siempre exista un cuadradito para nosotros. Tiene magia, conexión, vibraciones positivas que no sólo me conectan con él, sino que también me reclama. No en vano, sea la fecha que sea, tenga el bullicio que tenga... siempre, casi por arte de magia, un rincón se queda vacío para nosotros. Como si nos estuvieran esperando. Como si siempre nos hubieran esperado.

Pueden pasar semanas, incluso meses, sin volver a experimentar esa sensación. Pero cuando me adentro en su corazón, interactúo con sus habitantes, me dejo llevar por su suculenta gastronomía, su siempre envolvente banda sonora y la positividad que despiertan sus presentes... me alegra saber que ese pequeño submundo siempre está ahí esperándome. Existe y se mantiene aunque yo me encuentre a años-luz para que, cuando decida volver, su maquinaria vuelva a ponerse en marcha. Ese rinconito minúsculo en el corazón de mi ciudad ha conseguido que salga el sol en un día de lluvia, arrancarme una sonrisa en un mar de lágrimas, abrir un panorama de múltiples e infinitas posibilidades en un inmenso vacio... y sólo con cruzar el umbral de su puerta.

Pocos sabrán que Italia y Andalucía se dan la mano en ese cruce de caminos. Puede que José Mercé te de la bienvenida con su garganta quebrada o pierdas la noción del tiempo con Joan Manuel Serrat en el Mediterráneo. Quizás hoy puedas probar sabores orientales o un postre de la Toscana sin dejar de renunciar al salmorejo más cordobés que existe. El paladar se confunde con los sentidos, las risas, el calor próximo del comensal más cercano que intercambia una sonrisa, complicidad de esa magia que también percibe.

Yo, al igual que Nolasco en sea canción que no me canso de escuchar, "me gusta saborear las cosas más pequeñitas". Pocos sabores tan intensos se condensan en un frasco tan pequeño como el bar Alfalfa. Al igual que los buenos perfumes. Como el veneno... No me den nunca su antídoto porque preferiría estar contaminada eternamente.

2 comentarios:

  1. Si los que llevan el bar lo hubieran leido estarian encantados.Entran ganas de visitarlo.!.

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  2. A ver si vamos un día y lo conoceis. Está al lado de la casa de Ito.

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