martes, 5 de octubre de 2010

Recordando al maestro


Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!

Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!

Nube de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las sangrientas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!.

Llevadme, por piedad, a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!

He de hacerte una visita, un día de éstos. Como tantas y tantas cosas que aún tengo pendiente. La pasada semana recordé tu figura con un compañero de clase. Le hablé sobre aquel trabajo de la facultad que versaba, en parte, sobre tu persona. Él entendió la similitud entre aquella rima y nuestro trabajo. Y añadió una más que ejemplificaba aquel símil. Cuánta satisfacción el encontrar personas infectadas por la misma locura. Son pocas, encasas, ínfimas.

Te marchaste hace 140 años y, sin embargo, te comprendo tanto... Podría rubricar cada rima, cada verso, casa frase, cada renglón de tus pensamientos, de tus sensaciones, de tus anhelos... Es por eso que me siento heredera de tu posromanticismo, de tu amargura, de tu frustración, con almizcle de pasión y poesía. Voy a tener que aleccionar a aquellas almas vagabundas que tildan mi pluma de bucolismo. Ya tengo una nueva misión por la que levantarme cada mañana. Guíame, maestro
.

2 comentarios:

  1. Sin comentarios. Qué bien te expresas Eva, qué injusta es la vida. Me pregunto quién te corrigió el examen, me encantaría leerlo.

    ResponderEliminar
  2. Jajajaja. A saber quién, cómo y cuándo me corrigió el examen. Eso ya es agua pasada. Hay que mirar hacia adelante. Yo no me daré por vencida. Besitos.

    ResponderEliminar