lunes, 25 de octubre de 2010

En un ángulo del parque


Al cruzar el parque lo atisbo en el fondo. Paciente, impasible, mirando al frente, como si nada ocurriera a su alrededor. Como si nunca hubiese ocurrido nada, sólo su propia existencia. Hacía bastante tiempo que no reparaba en su presencia. Meses, quizás, incluso años. Pero sigue latente, oculto en la realidad más visible, siendo uno más en medio del parque.

¿Os habéis parado a pensar las mil y una historias que esconden los bancos del parque? Todos y cada uno de ellos alberga toda un arsenal de emociones, sensaciones, vivencias. Historias con final feliz y otras, que no lo fueron tanto. Historias de niños, de jóvenes, de ancianos. De personas que aún viven, de otros, que ya se marcharon. Historias llenas de pasión y desenfreno, historias de dolor y llanto. Historias de amistad y enemistades. De secretos que nunca fueron revelados, de conjeturas, de planes de vidas. De encuentros, de desencuentros, de despedidas...

Ese banco que ahora observo ocupa una frase en la historia de mi vida. Un cúmulo de pocas palabras que se quedaron en la nada, en el olvido y que ahora recuerdo como si aquella persona ya no existiera porque poco tiene de mí y yo, ya nada tengo de ella. Fue un banco, sin más, de esos que se acumulan en el saco de los nombres comunes. Pero me sorprende pensar que aún sigue ahí, en el mismo sitio, mientras mi camino hace ya bastante tiempo que se separó de su senda. Ahora vuelvo a cruzar el parque, y lo observo, sin apenas detener mi paso, sin ni siquiera desviar mi camino. Pero lo miro y el me mira a mí. Me recuerda sus recuerdos y yo rememoro la frase, esa que ocupa en mi vida. Pero al llegar al punto, la frase vuelvo a la memoria y, con ella, prácticamente al olvido. Y sigo caminando, devolviendo una sonrisa y susurrando un adiós que percibe al instante. Sabiendo que, aún habiendo pasado más de una decena de años y, ocurra lo que ocurra en mi vida, él seguirá esperando, en aquel ángulo del parque.

2 comentarios:

  1. Soy un desastre y llevaba tiempo sin pasarme tranquilamente por aquí pero hoy no he podido resistirme.

    ¿Cuántos secretos quedan guardados en esos asientos de madera o hierro?

    Un beso muy fuerte

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  2. Me alegra que te asomes de vez en cuando. Tenemos pendiente una cita. No lo olvido. Besos.

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