miércoles, 22 de junio de 2011

Pequeña ráfaga de viento


Has pasado por mi vida como un suspiro. Como una ráfaga de viento que apenas puede mecer las ramas del arbusto que permanece firme, amarrado a la tierra. Como el rayo de luz que se cuela sin permiso por la breve abertura de la ventana y que nos ciega por unos instantes, casi imperceptibles, momentáneo, minusculo. Tanto, que me cuesta detener el tiempo para percibir que todo tuvo visos de realidad. Quizás existió. Ya todo lo dudo. Ya nada existe.

Se fue con el viento, con la luz de la mañana, entre voces y gentío. Desapareció en el horizonte cualquier esperanza albergada, cualquier ilusión. Se marchitó como las flores en agosto. Ahogada al instante por el candente rayo de luz que traiciona desde el alba. Sin despedidas, sin anestesia. Se marchó como vino, sin avisar y por sorpresa, dejando nuestra alma con la misma desesperanza, con idéntico estupor, desde vértices distintos.

Demasiado tenue para poder palparse, demasiado fugaz para hacerse un hueco en la memoria, demasiado escaso para retenerse en nuestro aliento. Y, sin embargo, has dejado demasiado vacío en nuestros corazones. Llegaste sin avisar cuando apenas te esperábamos. Reclamabas atención cuando más quise desatenderte. Te manifestaste entre frases condicionales e ingredientes de cocina, cursos de formación y hambre de crecimiento académico, preparación de clases, paseos vespertinos, noches y mañanas, hasta que el reloj se paró en seco y las manecillas enmudecieron para sembrar de la más silenciosa ausencia el devenir de mis días. Y ya nunca más pude encontrarte.

Y ahora, en la lejanía más extensa, comienzas a tambalear los cimientos de mi existencia. Te tuve y no te quise, y ahora no te tengo y te añoro. Nadie sabrá nunca nada. Jamás. Sólo yo sé. Y es ese saber el que me aturde. Llegará el día en el que no ocupes ni un segundo en mi memoria. Llegará el olvido absoluto. Vendrá el blanco, el silencio, la nada. Pero, mientras tanto, no ha pasado un sólo instante sin que regreses a mi retina, esa que jamás podrá captarte. Yo sé que exististe, por eso nunca estas líneas serán demasiado tristes. Pequeña ráfaga de viento.

2 comentarios:

  1. Qué bonito!! Léerte sí que es una ráfaga de aire fresco para una mente cansada de estudio.

    Un beso enorme

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  2. Gracias por estar siempre ahí. Besitos.

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