martes, 1 de marzo de 2011

Desde mi balcón, casi en primavera


El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo sueñan
los frutos de oro...

Es una tarde clara,
casi de primavera,
tibia tarde de marzo
que el hálito de abril cercano lleva;
y estoy solo, en el patio silencioso,
buscando una ilusión cándida y vieja:
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el pretil de piedra
de la fuente dormido, o, en el aire,
algún vagar de túnica ligera.

En el ambiente de la tarde flota
ese aroma de ausencia,
que dice al alma luminosa: nunca,
y al corazón: espera.

Ese aroma que evoca los fantasmas
de las fragancias vírgenes y muertas.

Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara,
casi de primavera,
tarde sin flores, cuando me traías
el buen perfume de la hierbabuena,
y de la buena albahaca,
que tenía mi madre en sus macetas.

Que tú me viste hundir mis manos puras
en el agua serena,
para alcanzar los frutos encantados
que hoy en el fondo de la fuente sueñan...
Sí, te conozco, tarde alegre y clara,
casi de primavera.

(Antonio Machado)


Después de un fin de semana largo, más intenso y productivo que los demás, regreso al calor del hogar rutinario, acogedor y nuestro. La mañana ha amanecido tan luminosa como viene floreciendo en las últimas semanas y, con ella, el despertar del campo, cuyo pedazito de muestra acojo en mi terraza. Los buenos días de las plantas son, casi en la primavera, como el saludo matutino de un ser querido que amanece en nuestra cercanía, con una sonrisa, acompañado de un buen desayuno, con el aroma de la mañana, casi en primavera.

Me asomo a la terraza y enmudezco observando el arsenal de hojas verdes y flores incipientes que se alegran de verme, como yo de sentir su presencia. Despierta el campo andaluz, despierta mi terraza, despierta mi mañana, casi en primavera.
















4 comentarios:

  1. Precioso y preciosas.

    Sirva para reivindicar la poesía y la primavera:

    No digáis que, agotado su tesoro,
    de asuntos falta, enmudeció la lira;
    podrá no haber poetas; pero siempre
    habrá poesía.

    Mientras las ondas de la luz al beso
    palpiten encendidas,
    mientras el sol las desgarradas nubes
    de fuego y oro vista,
    mientras el aire en su regazo lleve
    perfumes y armonías,
    mientras haya en el mundo primavera,
    ¡habrá poesía!

    Mientras la ciencia a descubrir no alcance
    las fuentes de la vida,
    y en el mar o en el cielo haya un abismo
    que al cálculo resista,
    mientras la humanidad siempre avanzando
    no sepa a dó camina,
    mientras haya un misterio para el hombre,
    ¡habrá poesía!

    Mientras se sienta que se ríe el alma,
    sin que los labios rían;
    mientras se llore, sin que el llanto acuda
    a nublar la pupila;
    mientras el corazón y la cabeza
    batallando prosigan,
    mientras haya esperanzas y recuerdos,
    ¡habrá poesía!

    Mientras haya unos ojos que reflejen
    los ojos que los miran,
    mientras responda el labio suspirando
    al labio que suspira,
    mientras sentirse puedan en un beso
    dos almas confundidas,
    mientras exista una mujer hermosa,
    ¡habrá poesía!

    (Rima IV de quien tú sabes).

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  2. ¡Qué envidia de terraza! Mi pita, la única planta que habita en mi casa, se encuentra en estado terminal por culpa de las temperaturas extremas que ha tenido que soportar. Tendré que buscar una planta de la tundra que sobreviva aquí.

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  3. La primavera, como sabes, es una gozada para las plantas en el sur, pero el verano es enfasto para ellas. Pregunta en las floristerías, seguro que hay especies que se adaptan perfectamente a la vida madrileña.

    Gustavo Adolfo, siempre eterno.

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  4. Que bonita teneis las plantas!

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