martes, 4 de enero de 2011

La vida en sueños


He estado escribiendo en mi mente durante las últimas dos semanas, aunque no haya trazado mis palabras en ningún papel, en ningún soporte, material ni virtual. He estado imaginando nuevas imágenes, recortes, retales de mi vida pasada, presente y venidera. He estado ausente, pero no demasiado lejos, siempre en la cercanía, presente.

Inauguro un nuevo año sin ser consciente aún de que finalizó el pasado. No ha habido un obstáculo abrupto para salvar, ni he hallado ninguna grieta insalvable en el camino. No hay un corte, un fin, una señal que nos indique que ha llegado un nuevo año, una inédita década, un pase de página. Yo sigo igual que antaño, con las mismas ideas, con la misma situación, pisando el mismo piso, exhalando el mismo aire. Sin ser capaz aún se realizar un balance de un duro año. Sin querer mirar atrás.

Esta mañana me he despertado con la misma sensación que embarga mis sentidos en muchas ocasiones. En estado de somnolencia, casi ausente del mundanal ruído, me sorprendo aterrizando en un mundo que me cuesta digerir. Aún sin alzar los párpados, sin percibir la luz del día, en letargo, mi mente tiene que recordar dónde estoy y por qué estoy ahí. Se me olvida que hace más de un año y medio que vivo en esta estancia. No recuerdo que comparto lecho, ni siquiera reconozco a la persona que se encuentra a mi lado. Me cuesta rememorar quién soy y cuál es mi cometido ese día. Incluso tengo que pensar qué edad tengo y donde finalizó el último capítulo de mi vida. Seguidamente, me afano en centrar mis objetivos para la nueva jornada, ésos que me marqué ayer, aunque ese ayer se encuentre muy remoto ese mismo día, al comenzar la mañana.

Realizo todo ese umbroso trabajo de recuperación de memoria en tan sólo unos segundos. Regreso a la realidad desde quién sabe qué mundo paralelo y me dispongo a trazar un nuevo día. Me cuesta separar con detalles los días de la pasada semana y de la anterior, incluso señalar con precisión el día de hoy en la presente semana. Las semanas pasan como días cuando se está ansioso por ser algo y alguien, por dibujar una identidad.

¿Quién eres? Te preguntan cada día. Y uno sonríe y piensa, describe lo primero que se le pasa por la cabeza esperando la reacción del otro. Porque nunca fue tan duro hablar de uno mismo cuando uno mismo no es nada. ¿Cuándo vuelves a la vida y qué fue de ella? Preguntas que martillean mis sienes y retumban en mi cabeza. Explicaciones para alguien que ni siquiera las necesita. La aprobación de los demás para seguir respirando.

Un dolor intenso golpea el alma cuando te quedas fuera de la rueda. Un dolor que se calma durante la noche, en sueños, en mundos remotos que te hacen hablar un idioma irreconocible. Allí vuelves a ser tú, a dotar de un nuevo sentido a tu vida. Un bálsamo que se queda sin remedio cuando llega el alba, regresa el dolor, vuelves a pisar la tierra y toca recordar quién eres y qué es de tu vida. Un pregunta trivial que nunca fue tan desagradable como ahora.

2 comentarios:

  1. Eva no lo mires desde ese punto de vista. La vida a veces se vuelve lenta, pero en realidad estás tomando carrerilla para afrontar con fuerza una nueva etapa.

    ResponderEliminar
  2. La paciencia es un grado que nunca aprobé. Hay días que me puede. Siento mostrarme tan pesimista, pero no siempre se ve la luz cercana, cuesta conseguirla. Un beso.

    ResponderEliminar