sábado, 27 de noviembre de 2010

Mi torre de Babel


Luke, Joel, Johannes, Nick, Aram, Jil y Celina han sido la causa de mi ausencia por estos lares en las últimas fechas. Luke, Joel, Johannes, Nick, Aram, Jil y Celina han sido mi henchido entusiasmo en las últimas dos semanas. Mi ocupación, mi reflexión, mi realización personal, mi camino a seguir. Mi descubrimiento de un mundo nuevo que me llena de satisfacción, de una vocación que se encontraba recóndita en mi interior.

El maravilloso mundo del ELE (Español como Lengua Extranjera) se abrió paso en mi vida casi por casualidad, de puntillas, con sigilo. Fue mi plan b después de aquel varapalo que me supuso conocer que no tuve premio en las oposiciones. Sigue buscando... Y busqué, pensé, me devané los sesos durantes algunos días, que parecieron años, hasta que abrí la web de la Academia Clic y retomé una idea que me rondaba por la mente desde que ejercía el mundo canalla del periodismo. Casi por casualidad, me dejé llevar hasta el corazón de Sevilla, donde tienen su sede. Casi por casualidad, me vi preguntando en recepción y con un folleto en las manos y, por capricho del azar, me encontré realizando la entrevista personal con quien, meses más tarde, sería mi profesora y compañera.

Agosto fue un mes de reflexión, dedicado a deshojar la margarita. Haré el curso, no haré el curso... Pausé las gestiones necesarias para matricularme, maduré mi idea y, finalmente, cuando el mes comienza a perder su nombre, tomé la decisión. Una gran decisión. Y así llegó el enriquecedor mes de septiembre, con una nueva tarea, un nuevo horario, nuevas personas en mi vida, nuevos profesores, una materia por conocer, unas técnicas didácticas, mucha información, almuerzos compartidos, anécdotas por doquier, clases prácticas... y de ahí, al escenario.

En octubre se levantó el telón y pude disfrutar de mi primera sesión. Una llamada de teléfono, un curso de principiantes, dos chicos ingleses, una chica holandesa, otra iraquí. El Aula 1 como manual, unas instrucciones rápidas de las jefas de estudio, algunos nervios, expectación, muchas escaleras que subir... Y así fue como me vi delante de una clase, con una pizarra, un material preparado, tres horas por delante y mucho, muchísimo que ofrecer. La experiencia sólo duró una semana. Mi primera semana como profesora de español como lengua extranjera. Mi gran estreno. Mi primer paso.

Hace dos semanas, recibí una idéntica llamada de teléfono. De nuevo, principiantes, más jóvenes, totalmente nuevos en la materia. Los ecos de la cultura inglesa, australiana, alemana, coreana y suiza decoraban el aula cuando giré el picaporte para acceder a la B8. Siete pares de ojos brillantes como focos recién encendidos me contemplaron expectantes durante nuestros dos primeros días como profesora y alumnos. Un idioma totalmente nuevo para ellos fluía de mis cuerdas vocales. Ellos apenas escuchaban sonidos donde yo emitía explicaciones. Apenas existían respuestas a mis preguntas, era difícil esperar una asentimiento con un leve movimiento de cuello o una sonrisa o un leve "sí" cuando comprendían cualquier instrucción, cualquier comentario.

Pero han pasado dos semanas y mis "niños", como ya me gusta llamarles, me hablan de bares de Sevilla y me preguntan dónde pueden ver "el clásico" el próximo lunes. Joel quiso saber el último día si me gusta Amaral y Pereza y, ante un fallo en el sistema informático, Luke comentó que quizás se debiera a las clavijas. No pude evitar sonreir al leer la redacción que Johannes ha realizado en el examen. Me describe su país, usando correctamente el verbo ser, estar y haber (que era el objetivo) y me recuerda que Vettel es alemán y le ha ganado el mundial a Fernando Alonso, un comentario que se había convertido en una broma de clase. Cantamos "Limón y Sal" de Julieta Venegas y me dicen que están "así, así" cuando les pregunto "¿cómo se encuentran?".

Nos despedimos con un hasta siempre el pasado viernes (ayer para quien escribe). Era mi último día y tocaba decirles que, después de dos semanas, cambian de profesora. "Nosotros te preferimos a ti", me espetaba Joel con la conjugación del verbo en la mano. "Cuando vuelvas la siguiente semana, pide este grupo", me solicitaba Jil, de forma repetida. Los siete pares de ojos ya no miraban inertes, sino acompañados por sonidos de desaprobación y tristeza. Casi se me hiela el alma.

La respuesta de mis niños me hizo retormar el camino de vuelta a casa flotando entre las nubes. Satisfecha, muy satisfecha. Realizada, muy realizada. Con recompensa, con una gran recompensa. Encaraba la Avenida de la Constitución con una sonrisa en mis labios cuando recibí, casi por casualidad, una nueva llamada de teléfono: "Cambio de planes, trabajas la próxima semana". Y así fue como regresé a la academia, aunque me gusta llamarla escuela. Y así fue como recibí mis nuevos instrucciones. Y así es como disfrutaré de una nueva semana.

Ellos aún no lo saben, pero volveré al aula B5 el próximo lunes. Les saludaré con un "Buenos días, ¿qué tal estáis hoy?" Y espero que me responda con un "así, así", entonces sonreiré y comenzará la clase. Bendita la lengua de Cervantes.

5 comentarios:

  1. Que bien! me alegro que hayas encontrado un camino y que estés contenta con ello. Tu texto me ha recordado la frase "Ser profesor no es conocer todas las respuesta, es guiar a los demás para que encuentren las suyas" No sé quien lo dijo, pero me parece un acierto.

    Saludos

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  2. Me alegro un montón Eva, por algo se empieza. Por lo menos, como me ocurre a mí, nos sentimos un poco "profes", en una clase, con pizarra, tizas, alumnos... ya sólo nos queda esperar a que nuestro sueño se haga realidad del todo. Nos queda poco Eva, nos queda poco...Un beso!

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  3. Nosotros también te preferimos a ti.

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  4. Sabes cuanto me alegro. El sol siempre aparece.

    Yo te dejo, por ahora, tengo que seguir buscando donde están esos rayos que me alegren el alma.

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  5. Gracias a todos, porque sé que os alegráis de corazón. Fede, muchísimas gracias por ser uno de mis grandes lectores. Mari Trini, no sabes cuánto me alegro de tu nueva etapa como profe y por compartir el mismo sueño conmigo. Nos queda poco, muy poco. Lorena, los rayos aparecen y desaparecen, es vital tener la fortaleza necesaria para buscarlos con ahínco cuando no se ven. Da Riau, gracias por seguir prefiriéndome.

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